JOSEP LOBATÓ |
Los excesos no son buenos. Comer, trabajar, gastar demasiado, tener demasiado sexo… Los tíos necesitan una alarma para dejar de beber cerveza cuando hay riesgo de inundación cerebral, para recuperar la movilidad del meñique cuando llevan horas con el mando de la consola o para bajar los decibelios ante un partido de fútbol. Pero no son los únicos. Estos son los “demasiados” femeninos más habituales.
Demasiado nº1: El bolso.
Hay bolsos que parecen un contenedor de carga del puerto ¿Es necesario llevar tantas cosas? Hace años que no pasan por la biblioteca y meses desde su última compra en la perfumería de la que son socias. ¿Por qué llevan todos los carnets encima? ¿Temen una urgencia y leer El Quijote o comprarte un desodorante son su salvación?
Otra cosa, ¿por qué llevan siempre el bolso lleno de tampones, compresas, salva-slips y pastillas para el dolor menstrual si sólo tienen la regla una semana al mes? Estoy seguro de que si los tíos tuviésen la regla el mundo estaría lleno de dispensadores de packs de emergencia porque la mayoría no sería capaz ni de recordar la fecha exacta.
Demasiado nº 2: depilación.
Una cosa es cuidarse la depilación y otra tener alopecia compulsiva. Y es que hay chicas que más que un cuerpo humano parecen una salchicha de frankfurt. A nadie le guste el exceso de pelo pero hay cosas que dan grima, como esas señoras que en su día se depilaron las cejas para llevarlas pintadas. Me gustaría encontrarme con el gurú de la moda que dijo que eso sería un símbolo de belleza y raparle la cabeza. Estas mujeres parecen seres venidos de otro planeta, sobre todo cuando se les borra parte de la ceja. Y aunque no todas caen en eso tampoco deben dejar que un vello de más les arruine el día ¿O van a dejar de ponerse esas minifaldas que hacen que los tíos se giren sólo porque se han visto un pelo en el tobillo?
Demasido nº 3: Tratamientos corporales.
Cuando de pequeño en la playa se me enredaba un alga en la pierna me daba muchísimo asco y salía corriendo por miedo a que “eso” me arrastrase a las profundidades. Ahora resulta que las algas son lo más. Me sorprenden los sitios donde les forran el cuerpo con algas y salen la mar de contentas por hacer algo súper beneficioso para la piel. Pero, ¿han pensado en lo mal que huelen al salir de esas sesiones? A lo más que pueden aspirar es a gustar al capitán Pescanova.
Demasiado nº 4: confianza ciega en tu peluquero.
A algunos peluqueros los carga el diablo. Te hacen cualquier cosa y argumentan sus despropósitos diciendo que el corte es perfecto para tu cara. A veces es mejor pecar de sencilla que convertirse en una mezcla de Tina Turner y Cruella De Vil. Las chicas deben temer, sobre todo, a los peluqueros rebautizados por sí mismos como estilistas porque corren peligro de salir convertidas en un ninot de falla.
Demasido nº 5: Crema hidratante.
Conozco a muchas chicas que, si tuviesen que elegir entre una caña de pescar o una crema hidratante para llevar a una isla desierta, se decantarían sin dudar por el segundo. No sé por qué tanta fe ciega con este producto ¡Tampoco hace milagros! Y es que hay auténticas yonkis de la crema hidratante cuya piel es más reflectante que el espejo de mi recibidor. Una vez al día, dos si me apuras, es suficiente.
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