Fantasía sexual no resuelta

Esta es la primera historia que opta a conseguir un ejemplar firmado de "Solter@s y Demoni@s". La envía Richy García, un soltero que descubrió que ligar a golpe de cartera tiene sus consecuencias... Recordad que me podéis seguir enviando vuestras historias a info@joseplobato.com. Las cinco mejores se llevaran un ejemplar del libro firmado.  Os dejo con la movida nocturna de Richy y sus amigos:

Estábamos un primo, un amigo y yo buscando una discoteca a la que hacía tiempo que queríamos ir. En ese momento apareció un relaciones públicas (los típicos que se ponen por la calle) ofreciéndonos ir a un garito que, por lo que nos dijo, estaba hasta arriba de chicas. Tras negociar el tema de las copas que nos daría, decidimos ir. Por el camino le pedí que nos enseñara los flyers y me extrañé bastante que tuvieran la imagen de una chica "en pelotas". Sin demasiado tiempo para reaccionar, llegamos al bar. Eso sí, previo paso por el cajero, ya que mi amigo parecía saber qué tipo de garito era. 

Una vez allí, y después de ver la barra americana del escenario, miré a mi amigo inquisitivamente como diciéndole, "¿¡cómo eres tan cabrón, que nos has traído a un puti!?". Pero ya habíamos pagado la entrada con la que nos daban dos copas, así que pedimos la primera, e intentamos, dentro de lo posible, relajarnos. Y digo "dentro de lo posible" porque es imposible tomarse una copa tranquilo cuando 4 chicas se te acercan, una por cada flanco a tocarte e invitarte a pasar un buen rato. Nosotros les insistimos en que no queríamos nada, que sólo habíamos entrado porque las copas eran bastante baratas. Las chicas se distanciaron de nosotros unos diez minutos, el tiempo justo para que mi primo soltara un inocente "joder, sí que son majas aquí las chicas".  Es evidente que el pobre no tenía ni idea de dónde estábamos a pesar de haver visto miles de pelis con antros bastante parecidos.

Nos estábamos acabando la segunda copa y mi primo subía desde los baños con una cara que nunca olvidaré. Le preguntamos qué le había pasado y nos dijo que abajo había como apartados separados por cortinas y que al asomarse a una, vio a una chica ¡comiéndole todo a un gordo!  Total, que los tres estábamos decididos a terminar la copa rápido e irnos antes de hacer algo de lo que pudiéramos arrepentirnos, pero, más por suerte que por desgracia, nos asaltó una rubiaza de metro ochenta que nos dijo que si bajábamos con ella. Negociamos un poco y acordamos que por OCHENTA EUROS bajábamos los tres a la vez.

Así que allí estábamos. Nos acomodamos en un sillón como buenamente pudimos, y ella empezó a bailar mientras nos tocaba. De repente se empieza a quitar la ropa y empezamos con el magreo, y cuando se empieza a liar con mi amigo me dice mi primo: "¿Cómo va la cosa?". A mí no se me levantaba ni para atrás porque estaba de los nervios, ¡pero es que a ellos tampoco! Pasaron diez minutos y seguimos igual, ni siquiera mi amigo, que estaba con las manos en la masa conseguía levantar "el ánimo". Y la piba que se lo estaba trabajando a tope no conseguía nada.  Así pasaron los 30 minutos y nada de nada... La pobre chica, a la que se veía a gusto con tres chicos jóvenes sin tener que aguantar a los viejos verdes de turno, nos animaba diciéndonos que otro día sería, que no pasaba nada. ¡Pero sí que pasaba! De nuestro bolsillo habían desaparecido ya los ¡ochenta euros!

Aunque no hicimos nada aquella noche, aún hoy nos reímos de las anécdotas, porque, a pesar de que no llegamos a nada con la chica, salimos con la moral por las nubes. Y es que, aunque fuese a golpe de cartera, sentirse el centro de atención en un garito plagado de tías es el sueño inalcanzable de muchos solteros... ¡y de muchos emparejados!