viernes, 18 de febrero de 2011

¡La soltera que mucho abarca poco aprieta!

Vanesa se ha atrevido a contar lo que hacía con los chicos. Los engañaba y combinaba a su gusto y el tiro le salió por la culata. Gracias Vane por sincerarte en el blog. Os dejo con su historia:

Mi historia de soltera tiene también bastante de endemoniada. Las parejas, a mí, siempre me han durado muy poco porque, normalmente, cuando tengo pareja me aburro pronto.

Cuando iba a la universidad, tuve un par de años bastante ajetreados. Durante la semana vivía en Granada en un piso compartido, iba a clase todos los días y me tiraba horas en la universidad. Los fines de semana los dedicaba a trabajar en un bar de mi pueblo donde me sacaba un dinerillo y los cubatas me salían gratis. Y así, para motivarme y casi sin darme cuenta, me eché un novio en cada sitio.

A mi compañero de clase lo veía todos los días, pasaba las tardes con él estudiando (o no) y nos corríamos unas juergas con los amigos de clase que eran memorables. Con el camarero compartía todas las horas de trabajo y todas las madrugadas post-fiesta. Creo que con él tuve las mejores sesiones de sexo de mi vida, con el agravante de que solían empezar a las seis de la madrugada y después de toda la noche de curro.

Y ahora os preguntaréis ¿qué les decía a cada uno para que me dejasen en paz durante el tiempo que no estaba con ellos? Pues a mi novio de fin de semana, le dije que en Granada vivía en casa de una tía de mi padre y que por eso no podía venir a verme. Además mi horario de clases era infernal y, entre trabajos y prácticas, acababa siempre a las tantas de la noche. A mi novio de la universidad jamás le propuse venir a mi pueblo, cosa que él entendió porque, al fin y al cabo, llevábamos poco tiempo para presentaciones familiares. Además le conté que con el curro del bar, estaba liada todas las tardes y noches y que por las mañanas me levantaba tarde. Así conseguía que me dejase tranquila hasta el domingo por la tarde, cuando siempre venía a recogerme a la estación amablemente.

Evidentemente, esta historia duró poco. El camarero pronto se enteró de que yo no vivía con ninguna tía de mi padre, si no en un piso compartido, y me puso las cartas sobre la mesa. Yo no se lo negué y corté con él, a la vez que le presentaba mi renuncia al trabajo. A mi novio de Granada lo aguanté algunas semanas más pero el verano y la distancia hicieron todo el trabajo sucio.

Sé que lo que hice no fue justo para ninguno de los dos pero tampoco ninguno de ellos iba para “hombre de mi vida” y lo sabían. Yo simplemente me divertí. Y lo único que me queda por decir es que me quiten lo bailao.

PODÉIS SEGUIR ENVIANDO VUESTRAS HISTORIAS DE SOLTER@S A: info@joseplobato.com, LAS CINCO ELEGIDAS SE LLEVARAN UN LIBRO FIRMADO. ¡GRACIAS A TODOS POR PARTICIPAR!




2 comentarios:

  1. hahaha!!! la frase ideal para este relato es aqlla q dice..siempre lo fácil me duro tan poco, pero no lo niego me divertí.. muacks!! muy entretenido.. XDDD

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  2. Jajaja, me pasa algo parecido... pero como dices, ninguno de los dos va para hombre de mi vida, así que hay que vivir y disfrutarlo mientras dure.

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